Las tapias de barro añejo,
oloroso, desmoronado,
al derrumbarse liberan,
entre polvo existencial,
poderoso arequetipo
que presto,
cobra cuota de corazón
desagarrado en pleno latido.
Solo las nubes exprimidas
a estertores lacrimosos
lo apaciguan
transformándolo en un cielo
habitable que recupera
la incesante y mágica
posibilidad de reconstruirse
y seguir
VIVO
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