Sus olores llenan ya mi soledad...

La cobardía es asunto, de los hombres no de los amantes,

los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan ahí,

ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar…

Silvio Rodríguez

Jueves por la mañana... modorro y con sueño, aspiro profundo entre mis manos que se renovaron acariciándote ayer, mi olfato registra tu aroma, tu Delicioso Aroma Corporal que, como registro sensorial, en algún lugar de mis sentidos queda grabado; recuerdo etéreo de un encuentro marcado por el ritmo de la batalla cotidiana contra el miedo, de la cual salimos vencedores... Hemos definido en el aquí y ahora, que las decisiones en delante se tomarán,
desnudos
y en la cama...

Tu voz dudosa y trémula, eco de profunda indecisión entre el estar y el ir; tu actitud rendida ante los fantasmas de tus miedos primitivos que te hacen decir alternativamente cosas terribles, crueles y certezas dolorosas, esclarecedoras de expectativas y deseos... Poderosa invitación al aquí y ahora fértil que da pie al futuro incierto.

El niño temeroso apareció suplicando se evitara dar un paso más en la aventura, pretextando gustos voluntariosos propios de un infante en pataleta… y como todo lo que surge del miedo es aguzado, la forma verbal de la evitación dio en el blanco inerme de mi afecto…

Perdón, escuché decirme y a mi responder que éste sólo existe cuando hay la intención de dañar, y si así fuera… no lo tendrías… sólo hazte responsable de tu lengua, de tus actos, de tu seducción. Pasado el trago amargo, sellamos con un beso el acuerdo de ir juntos más allá, tomados de la mano, y de donde pudiésemos.

Abriste la puerta de mis sentidos... y me dejaste entrar al universo delicioso de tu elixir...

Cada yema de tus dedos liberó en mi piel al unicornio dormido y a una parvada de aves multicolores como el arcoiris que, en su aleteo, cosquillearon los resortes internos del deseo, haciéndome explotar en experiencias cumbre.

Mi recorrido en tu territorio marcó poco a poco el terreno en espacios cada vez más definidos... Recorro sin parar tu rostro como un ciego, memorizando en el escaneo lúdico los rasgos del amado.

Desciendo con mi lengua al cuello y torso, deteniéndome travieso en tu oreja, como un perro que afuer de olfato conociera en tu código hormonal el complemento a su mandato genital.

Por fín llego a la fuente de la vida, falo erecto que acepta crecer en la humedad de mi afán, y lo disfruto probando de vez en vez los generadores de semillas, tan tiernos, rosados y velludos....

Oprimo con mis manos la fuerza de tus muslos varoniles, perfumados de tu esencia y siento como cada vello me eriza los pocos que detento en mi propia piel lampiña.

Pero
es, precisamente, cuando te volteo, sintiendo la fuerza de tu torso, que descubro ante mí dos promontorios curvados y exquisitos, terreno sagrado ante el cual me quito las sandalias para, a hurtadillas, acercarme lentamente y apenas tocar y acunar las manos que automáticamente toman tu forma... y recibir la respuesta a su opresión en un gemido que me indica la contraseña para seguir delante con mi lengua trazando el rastro del deseo en gerundio... y entonces, conforme me abro paso entre'sas cerranías surge con mayor fuerza tu aroma a macho, que me embriaga como especie aromática de almizcle y clavo...

y perdido, cedo el control a mi lengua exploratoria de la puerta de tu entraña y entonces ya no gimes, clamas, suplicas y te contorsionas en un goce intenso que eleva mi estandarte con el cual sustituyo al beso negro por rítmicas embestidas que representan el milagro de la erección lograda, después de mucho intento mal logrado

Y te conduzco como el áuriga al carruaje, en un galope sensual que acompasado, aderezas con espasmos perinales y boqueos plenos de lujuria desbocada.

De pié, luego me ayudas a explotar de semen y contento, sintiendo en contracciones ancestrales fluir la vida compartida en agua.

Qué delicia reposar sereno, desnudo de penas y de apuros, conectando el aire que respiras y, al decir de Maestro Sabines empapado de ti , contaminado de tu fuerza vital, que no hay otra manera en este tiempo en que, “la juventud solo puede llegarnos por contagio”.

“Nadie puede vivir de cara a la verdad

sin caer enfermo o dolerse hasta los huesos.

Porque la verdad es que somos débiles y miserables

y necesitamos amar, ampararnos, esperar, creer y afirmar.

No podemos vivir a la intemperie

en el sólo minuto que nos es dado”.

Sabines